jueves, 28 de junio de 2012

Relato de Jueves Literario: "En los zapatos de otro"

La convocatoria de esta semana la lidera Gastón, en su casa encontraremos muchos zapatos que ponernos.


LOS PASOS PERDIDOS

Su agenda rebasa de contenido, frases, horarios, recomendaciones, papelitos sueltos. La cierra con destreza antes que el relleno empiece a rezumar como la crema de una galleta. Ya en la calle toma un taxi; revisa su correo en busca del aviso del mandamás del Estudio Jurídico, donde le indica pasar a recoger al cliente de camino al Palacio de Tribunales. Memoriza el nombre del cliente; no es la primera vez que lo hace, tampoco será ésta la última cortesía que su jefe tenga con sus clientes, a expensas de su tiempo.
El coche se detiene en doble fila en la puerta de un edificio de departamentos. Está nerviosa, el tiempo se acaba y la audiencia dará comienzo aun sin ellos. Por la puerta vidriada del edificio sale un hombre corpulento al tiempo que el taxista se hace acreedor de un largo bocinazo, en reproche por el entorpecimiento del tráfico. La ocupante se acerca a la ventanilla con una sonrisa en la cara, el hombre la ve y con más determinación que eficacia emprende sus pasos hacia ella. Extiende su pierna tiesa con dificultad, apenas unos centímetros y la apoya en el piso, juntamente un bastón, le brinda un punto alternativo de apoyo en tanto toda su osamenta revestida de pulpa humana se inclina ostensiblemente. Le sigue la pierna sana y su estatura se recompone; todos los presentes miran las baldosas de la vereda con preocupación y respeto reverencial, cada vez que un paso de ese coloso logra sortear la atracción gravitatoria que viene de la superficie.
Ella hace esfuerzos por mantener la serenidad y la sonrisa en la cara, sus ojos compasivos no dejan de seguir los movimientos del hombrón como si pudiera con su vista imprimirle premura, “Ay señor mío, ¿cómo pedirle que apure el tranco?, el audiencista no esperará, se lamenta”, más la resignación le demanda cordura, se abre paso en su sien y abate los últimos segundos de pulsación enloquecida.
Por fin llegan. En la puerta de acceso al Palacio de Justicia un empleado le señala disimuladamente con el índice su reloj pulsera. Bajan del taxi los pasajeros, ella se acomoda pero su primer paso se trunca. El tacón de uno de sus zapatos queda detenido por el cordón de la vereda, que impedido de seguir la inercia de su avance, es arrancado de cuajo. Casi cae. Recoge los papeles y su agenda; recupera apenas el equilibrio e intenta caminar, pero perdido el apoyo de su talón derecho, el cuerpo se ladea en pose ingrata. -¡Venga, yo le ayudo!, –el hombre le toma de un brazo sin esperar respuesta; -¡ahora estamos parejos! –le dice sonriente.
Avanza la pareja despareja, inmune al grito de los minutos que corren, en consonancia de contrapesos, cada uno a su tiempo; de lejos, podría decirse: lucen armoniosos los balanceos rítmicos de los cuerpos.

jueves, 21 de junio de 2012

Relato de Jueves Literario: "Mis Jueves"





Mis jueves tienen un no se qué, como las tardecitas de Buenos Aires...¡ya lo quisiera yo!
Mis jueves vienen al paso, más a veces: pasan de semanas. O se montan al entusiasmo y cabalgan por piedras aceitadas sin dislocarse; y otras se les sueltan los cascos; ¡ay mis jueves casquivanos!

Los jueveros, esas personas maravillosas, dan perfecta asistencia.
Animan, consuelan, conmueven con letras, gestos, actitudes. Los corazones palpitan al unísono y hasta las maquinas se enlazan con brazos digitales, y se mandan amores cifrados en nodos, y echadas redes: envuelven besos binarios.

Si tuviera color sería luna terrosa, si textura: el suave y delicado género que visten los duraznos cuaresmillos, si oliera sería a canela, a flor de algarrobo y caramelo bullente, y si sonora como melodía, sería algo así como...ésta:




Dejo a todos un beso grande y gracias por estar siempre del otro lado de mi pantalla.
Mas jueves se cuentan en el Daily

miércoles, 6 de junio de 2012

Buscado

¡ATENCIÓN!: SE HA PERDIDO NUESTRO DIRECTOR DE LOS JUEVES, ¡SI ALGUIEN LO VIO, CHIFLE!



Anoche grité hasta que se me salió todo el aire de los pulmones, bailé una jota en los tejados (en las cúpulas) ¡ejem!!...por acá no hay muchos tejados, ¡ya comprenderás!, y agité como loca mi pañuelo blanco...¡sí!, ¡ese! ¿lo ves? (¡un poco de piedad hombre, que por aquí ha empezado a helar!), ¡dale!...responde con una señal así te vemos.