jueves, 30 de junio de 2011

Relato del Jueves Pasado: ¿Intolerable?


El jueves pasado no hubo publicación de relato porque Gustavo nos invitó a participar de un juego. Le enviamos los relatos del tema de la convocatoria, de solo 150 palabras, por correo privado, y luego él los publicó en su blog de forma anonima, y cada uno de nosotros debiamos adivinar a quien pertenecían los relatos. El que mas aciertos tenía, se ganaba un chocolatito que Gustavo prometió enviar desde España al lugar del ganador.
Yo ya me estaba relamiendo, y pensando en las alternativas posibles para que el chocolatito llegara a Buenos Aires en buen estado, ya sea molido tipo cacao, o deshidratado como la comida para astronautas.
Pero...cruel fortuna, no me favoreció esta vez!
Felicito nuevamente a Cass la uruguaya.., y ahora te quiero ver! Como le va a llegar el chocolatito hasta Montevideo?..Ja! ¡Que mala es la envidia!

Mas relatos en lo de Gustavo: http://callejamoran.blogspot.com/
A continuación mi relato (que solo tres personas lo relacionaron conmigo)

¿Intolerable?
Su estomago estaba resentido. Estaba tan sensible, que ni agua podía mandarle para limar asperezas, sin que el maldito se la devolviera en una andanada de nauseas, con la antipatía de un gendarme que indicara: ¡Por aquí no!
-¿Acaso no es suficiente castigo esta migraña que le punza, como si los ojos se le derritieran en sus cuencos?
¡Más reprimenda sería inútil! –¡Desista por favor!
Pero…, indolente insiste. Raspa dolorosamente la membrana vaciada de restos sólidos y líquidos, hasta encontrar algo de magma bilioso que empujar hacia arriba, en agónico eructo.
Malherido, cae en la cuenta: tanto cuidarse, comer alimentos orgánicos, fibras, han hecho de su estómago un intolerante.
-¡Trátelo con cariño! -le había dicho el médico-.
¿Dónde quedaron los días en que se aguantaba la ingesta de grasa chorreante, descortés como insulto, alcoholes, y picores que pegaban en las entrañas con la dureza de un puño?
-¡Vaya flojito!

martes, 28 de junio de 2011

A Discépolo con cariño

Hace unos días tuve un incidente serio, y algo chistoso (aunque no para mí).
Pasa que la cocina de mi departamento tiene un gran ventanal que da a un patio interno del edificio, (edificio que solo tiene dos pisos), al que a su vez ventilan las ventanas de otros departamentos.
En uno de estos, enfrentado al mío, está el departamento técnico de una empresa de instalación de antenas y electrónicos, que tiene tres aparatos de aire acondicionado que balconean al patio interno y están en funcionamiento, intermitente, pero constante durante el horario laboral al menos.
El problema es que uno de ellos funciona mal, y desde enero que produce un ruido muy molesto, similar a una turbina.
Por supuesto que ya se hicieron los reclamos pertinentes, por intermedio de la administradora del consorcio, puestas en marcha las vías de resolución,... pero nada!
Personalmente me he arrimado a tocarles el timbre en diferentes oportunidades, para quejarme del ruido, y siempre me atendió una voz un poco melindrosa del otro lado del portero, haciéndose la distraída, cosa que me exaspera!

Unas mañanas atrás, cansada de soportar el ruido en cuestión, salgo a la calle a tocarles el timbre, y como otras veces, a quejarme.
Regreso a mi cocina y siento que el ruido persiste aunque habían dicho que lo apagarían.
Vuelvo furiosa hasta su puerta para exigirles que pongan una solución al asunto, y en respuesta escucho un chasquido seco y violento en el portero eléctrico.

Llena de impotencia y sin pensarlo dos veces apreté el timbre con ganas, y continué apretándolo 1 minuto, 2...y luego una voz, femenina ella, pero a los gritos, insultándome en tanto yo seguía sin despegar mi dedo del timbre…-¿Sabes donde podes meterte el dedo?...-aullaba, y la gente que pasaba mirada extrañada la escena.
-¡Pensar que antes me contestaba toda modosita! -¡Ahh, pero que rápido perdió la compostura! –pensé, mientras la escuchaba llamarme tarada y otras linduras.

A todo esto: -¿Y ahora que hago? ¿Hasta donde voy a llegar? –me pregunto.
El tema es que ya me había metido en ese brete, y la verdad es que me sentí en apuros, pero debía ser consistente con mi queja, así que seguí apretando con furia, pero hice relevo de dedo, y de mano, para darles descanso a los pobres.
No tardaron en hacer su aparición en el hall de entrada dos empleadas, una de ellas se acercaba haciendo ademanes a la puerta de acceso,-detrás de la cual, del lado de la calle estaba yo-. Por un momento pensé que abriría la puerta y hasta temí que me agrediera físicamente, pero se quedó del lado de adentro, golpeando el vidrio a la altura de mi cara, insultándome e instándome para que dejara el timbre en paz.

Por entonces ya no sabía que hacer. Tenía claro que no me iba a quedar todo el día, pero tampoco quería dar el brazo a torcer tan fácil...era inminente que algo pasaría.
Mientras, yo seguía tercamente con el dedo pegado al timbre y reuniendo algo de dignidad en medio de tanta circunstancia ridícula, y la mire sin decir palabra.
Miré la camarita que tenía encima de mi cabeza y le hice una semi-sonrisa que quiso quedar sobrada, pero quedó una mueca tonta, supongo que por lo nervios, porque la situación ya era bastante violenta para mis hábitos tranquilos.

En eso aparece la portera del edificio, cruza unas palabras con las empleadas y luego viene hacia mí con andar cansino, abre la puerta y con una cara de angustia que me dio pena, me pide que desista. Alega que las chicas son empleadas, que la dueña no estaba...etc. Yo retiré mi dedo casi al momento que abrió la puerta, y me desquité un poco con ella, haciéndole mi descargo sobre la desconsideración, a lo que me puso el oído, sintiéndose quizás, momentáneamente obligada a ello.

Por unos días no hubo ruido. Pero el asunto no terminó allí, y seguro traerá cola.
Aunque esa mañana volví a mi cocina con ánimo triunfalista, sentí un profundo pesar al comprobar (sin intención dramática) que el “Cambalache” tiene más vigencia que,...por caso el “Padre Nuestro”.
Hace más de 70 años que Discépolo nos cantaba su triste ironía del acabose, admirado decía: ¡Siglo XX, que barbaridad a lo que hemos llegado!... Y sin embargo, no importa cuanto hayamos crecido y nos hayamos sofisticado desde entonces, todavía parece ser cierto eso de que al final:..”El que no llora, no mama”...

jueves, 16 de junio de 2011

Relato de Jueves Literario: Una imágen sin palabras

El tema para la convocatoria de esta semana la propuso Wendy del blog: EUROVISIÓN CON OJOS DE MUJER. Nos propone, contemos algo sobre una imagen que envió, de un paisaje hermoso, de montañas e intensos verdes.
Algunos blogeros tuvimos dificultades para ver la imágen al principio, aunque finalmente la pude ver, y apreciar.
Pero, -y aquí me van a disculpar mis amigos blogeros-, sin ánimo de despreciar tan hermosa fotografía, me anoto con un relato que ya tenía guardado, acerca de una ciudad hermosa del sur de mi país, que me gusta mucho, ¡por cierto!
Así que van a continuación, no una, sino cuatro imágenes que cuentan algo de: SAN MARTÍN DE LOS ANDES

Mas relatos en lo de Gustavo: http://callejamoran.blogspot.com/

EL ABRAZO VERDE


San Martín de los Andes, esa encantadora ciudad con aire de aldea, se encuentra ubicada junto a uno de los márgenes del lago Lácar, y es celosamente custodiada por montañas boscosas.

Nacida a fines del siglo XIX. Apenas un conjunto de aserraderos que trajo el auge de la industria maderera, -de la que dieron inicio los pioneros-, mayormente inmigrantes europeos.

Según se cuenta, como resultado de un primer reparto y trazado urbano, quedó en manos de los “gringos” lo que constituye hoy el casco histórico de la ciudad, desplazando a los habitantes originarios hacia las montañas y márgenes del lago.

Hoy, las comunidades mapuches, tienen sus casas y animales en los parajes turísticos que constituyen los atractivos dentro del Parque Nacional Lanín. Tienen a su cargo cobrar los derechos de acceso, y ocasionalmente proveen algún servicio de comidas, guia, etc. Estas familias son participadas por el Gobierno Nacional, -como un gesto que compensa largas e injustas postergaciones-, con un porcentaje de lo que se recauda de la administración de los Parques, donde se encuentran sus habitats.

La ciudad es una verdadera joya. Sus casas amplias construidas en madera y sus jardines le dan una dimensión de cuento. La vegetación de los bosques que la rodean, discurre en tonos de verdes, intensos, claros y amarillentos.
En verano crecen los rosales en plenas veredas, y un aroma a hierbas y frescura de árboles se siente en las calles. Las frutillas y fresas se dan a la vera de los caminos, y con furia: amarillas retamas y rojos notros, invaden los cerros.
Al llegar al muelle la vista se abre hacia el lago de un azul ensombrecido por montañas de tupido bosque andino patagónico, y altas rocas que lo encierran.
Al girar, para echar un último vistazo a la ciudad, el bosque parece haberse movido silenciosamente hacia nosotros. Arriba y a los costados se expande hasta donde la vista llega, y nos amenaza con sucumbir asfixiados en un verde abrazo.

jueves, 9 de junio de 2011

Relato de Jueves Literario: Los Pies.

Convocatoria Juevera para ser desarrollada en 150 palabras.
Mas historias de pies en lo de gustavo: http://callejamoran.blogspot.com/



LAS ZAPATILLAS ROJAS

La noche se cobra la entrega a la lectura del cuento de Andersen, dejando que la imaginación pinte imágenes horrorosas, y deje muestras de pintura fresca en la impresión joven.
La estampa de San Miguel, blandiendo una larga espada y a sus pies, postrado el demonio, se le ocurre tenebroso.
Su retrato entre los santos de la devoción predilecta de tía Josefina, yace apoyado sobre la repisa del comedor, rodeado por un rosario de pétalos de rosas, -antes fragante-, hoy rancio por infinitas temporadas húmedas, y los vapores de incontables cocciones.
Lo asocia vagamente con el ángel y verdugo que cercenó los pies de la bailarina. Pero éstos, siguieron bailando macabramente en sus zapatillas rojas, -aún separados del cuerpo-, atormentándola para que expiara sus pecados de orgullo y vanidad.
El miedo se funde en las sombras que en su cuarto parecen moverse...
Sus oídos acusan el sonido de pasos que se arrastran en la oscuridad.